Del 19 de Julio al 5 de Septiembre de 2004
La presente exposición es la más completa de cuantas se han realizado
hasta el día de hoy de la pintura andaluza de la Colección Carmen
Thyssen-Bornemisza. Reúne más de noventa y dos obras situadas en
un arco cronológico que abarca desde el segundo tercio del siglo
XIX hasta comienzos del XX, lo que permite un recorrido panorámico
por la pintura andaluza del Romanticismo al Regionalismo.
El siglo XIX fue uno de los períodos más fecundos del arte andaluz tras la decadencia que siguió a la muerte de Murillo y el predominio de pintores extranjeros en la corte de los primeros Borbones. Desde los años treinta del siglo XIX, Sevilla y otras capitales andaluzas se beneficiaron de un notable auge económico. Pero más importante que ello, fue la llegada a Andalucía de viajeros provenientes de Inglaterra y de otras partes de Europa. Estos primeros «turistas» habían comenzado a recorrer nuestro país a fines del siglo XVIII, pero fue en el segundo cuarto de la siglo siguiente cuando su presencia se hizo masiva, fruto de las repercusiones que tuvo en toda Europa la Guerra de Independencia (1808-1813) y de la popularización del gusto romántico por lo exótico. Andalucía protagonizó, como ninguna otra región, el «mito romántico de España». Sevilla y Granada principalmente, acogieron a escritores y pintores como Washington Irving, Richard Ford, Théophile Gautier, Alexandre Dumas, David Roberts, John Frederick Lewis, Alfred Dehodencq, Gustave Doré, etc., quienes fijaron la imagen de «lo español». Paralelamente, en el extranjero creció la demanda de obras capaces de plasmar los principales paisajes, monumentos y costumbres del sur de España.
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Sala 1. EL PAISAJISMO ROMÁNTICO
Los pintores andaluces se nutrieron del ejemplo de algunos de los artistas citados, tal como se aprecia en varias de las obras expuestas de Manuel Barrón y José Domínguez Bécquer, fieles a los modelos de David Roberts. Ambos artistas son considerados hoy en día los padres de la pintura andaluza de siglo XIX. Barrón, junto a Andrés Cortés, creó un tipo de paisaje escenográfico no exento de anecdotismo costumbrista.
Manuel Barrón y Carrillo. Emboscada a unos bandoleros en la cueva
del Gato. 1869
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Sala 2. EL COSTUMBRISMO ROMÁNTICO
José Domínguez Bécquer, por su parte, llevo a cabo de forma casi
industrial pequeños cuadros dotados de una visión complaciente
de la vida y las costumbres andaluzas, que gozaron de una gran
demanda en el mercado inglés. Fallecido prematuramente, su labor
fue continuada por su primo, Joaquín Domínguez Bécquer, quien
llegó a ser pintor de cámara de Isabel II. Entre los primeros
costumbristas andaluces cabe citar, asimismo, a Manuel Cabral
Aguado Bejarano, Manuel Rodríguez de Guzmán y Ángel María Cortellini.
Joaquin Domínguez Bécquer. La Feria de Sevilla.1867 |
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Sala 3. EL COSTUMBRISMO TARDÍO
El costumbrismo perduró en Andalucía hasta finales del siglo XIX, cada vez más asentado en el gusto de la pequeña burguesía local. En las obras ya tardías de José Jiménez Aranda, José García Ramos, Manuel Wssel de Guimbarda, Joaquín Turina y José Rico Cejudo, se aprecia, además, la conjunción del tipismo anterior con una observación más pormenorizada de las figuras y del entorno urbano, surgida al hilo del Realismo francés.
José Jiménez Aranda. Un lance en la plaza de toros.1870
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Sala 4. LA PINTURA PRECIOSISTA
En la evolución de la pintura andaluza del siglo XIX también
cabe mencionar el importante hito que supuso la estancia de Mariano
Fortuny y Martín Rico en Sevilla y Granada, en 1871. Su obra preciosista,
pero a la vez dotada de un nuevo sentido luminoso, no careció
de repercusión en artistas como los mencionados Jiménez Aranda
y García Ramos, o en José Moreno Carbonero, Salvador Sánchez Barbudo
y Antonio Reyna, también presentes en la exposición.
José García Ramos. Salida de un baile de máscaras. 1905 |
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Sala 5. EL PAISAJISMO TARDÍO
Otro artista vinculado a Fortuny en sus primeros años fue el
sevillano Emilio Sánchez Perrier. A comienzos de los años ochenta,
Sánchez Perrier conoció en París la obra de Corot y de los pintores
de la Escuela de Barbizon, lo que provocó un fuerte giro naturalista
en su pintura. De nuevo en España, fundó una colonia de paisajistas
en Alcalá de Guadaira, en las proximidades de Sevilla, a la que
también se unieron Jiménez Aranda y Manuel García Rodríguez. El
paisajismo andaluz de finales de siglo se nutrió, asimismo, de
las enseñanzas de Carlos de Haes a través de la figura de Emilio
Ocón. Formado en Madrid junto al pintor belga, Ocón se convirtió
a su vez en la cabeza de toda una generación de pintores malagueños
dedicados a la pintura de marinas, entre los que destacan Guillermo
Gómez Gil y Ricardo Verdugo Landi.
Emilio Sánchez Perrier. Un paseo por el río. c. 1890
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Sala 6. CAMBIO DE SIGLO Y MODERNIDAD
El final del siglo XIX y el comienzo del XX trajo aparejado el replanteamiento de los rasgos peculiares del arte andaluz a partir de nuevas corrientes plásticas como el Impresionismo, el Simbolismo o el Fauvismo. Es lo que se conoce como el Regionalismo, a cuya órbita cabe adscribir la pintura de artistas como José María López Mezquita, José María Rodríguez-Acosta, Gonzalo Bilbao, Gustavo Bacarisas y Julio Romero de Torres.
Gonzalo Bilbao. Romería. c. 1915 |
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