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La agitada vida de la gran ciudad era
desde la segunda mitad del siglo XIX el mejor paradigma
de la modernidad. A través de los fragmentos de
la vida urbana que nos ofrecen las alegorías modernas
de Beckmann, la representación de los espectáculos
urbanos de Foujita, Koch o Domingo, o la mirada crítica
de George Grosz sobre la enloquecida sociedad berlinesa,
la ciudad se presenta ante nuestros ojos como el gran
espectáculo moderno. |
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