Otto Dix. Retrato de Hugo Erfurth. Técnicas y secretos
Hugo Erfurth con perro
Otto Dix
Hugo Erfurth con perro, 1926
Temple y óleo sobre tabla. 80 x 100 cm.
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
Retrato de una mujer
Lucas Cranach, el Joven
Retrato de una mujer, 1539
Óleo sobre tabla. 61.5 x 42.2 cm.
Museo Thyssen- Bornemisza


Otto Dix y los maestros antiguos
Otto Dix, era todavía un pintor joven y desconocido cuando, tras cuatro años en el frente, volvió en 1919 a Dresde. Se inscribió en la Academia de Bellas Artes y - tras algunos experimentos expresionistas, futuristas y dadaístas - finalmente se decantó por un lenguaje realista propio que le permitía mostrar de manera crítica su repulsa por la sociedad que le rodeaba y que le convirtió en uno de los máximos representantes de la Nueva Objetividad (Neue Sachlichkeit). Este estilo verista, con el que captaba los más mínimos detalles con una exactitud enfermiza, estaba en el caso de Dix indisolublemente asociado a un método de trabajo cargado de referencias a la pintura de los grandes maestros del Renacimiento.

Mi ideal era pintar igual que los maestros del Renacimiento primitivo” afirmaba Otto Dix en 1961. Y ciertamente encontramos huellas de esta pasión por el arte renacentista, tanto italiano como alemán, desde su época de estudiante de la Escuela de Artes y Oficios cuando acudía en sus ratos libres a las magníficas colecciones de arte de Dresde. Sin embargo, fue a mediados de la década de 1920 cuando su empeño por conocer en profundidad y aplicar en sus obras las técnicas de los grandes maestros del Renacimiento se convirtió en una obsesión para él. En sus pinturas no sólo se evidencian ciertas analogías estilísticas o modelos iconográficos y compositivos similares, sino también los mismos procedimientos técnicos. Los dibujos preparatorios y los cartones, la manera de preparar la tabla o la recuperación de la antigua técnica mixta de los maestros alemanes son los elementos que permiten a Dix alcanzar una máxima objetivación y desnudar al retratado más allá de las apariencias.

Para el año 1926, fecha en que Erfurth le encargó su retrato con perro, Dix ya se había convertido en un auténtico maestro antiguo de la modernidad, que dominaba a la perfección los procedimientos de sus antepasados.