Antes que en América, fue en
la Europa del siglo XIX donde una concepción secularizada del paisaje dio paso a los
primeros cuadros pintados directamente del natural. Constable, Corot y Daubigny
emprendieron los primeros pasos en este sentido animados por el ejemplo de los artistas
holandés del siglo XVII; sin embargo, su pintura es todavía deudora de una visión
romántica y sentimental de la naturaleza. Courbet rechaza ya a mediados del siglo XIX
todo resto de trascendencia, como lo harán también más tarde Boudin, Jongkind, Mauve,
Lhermitte, Israëls -predecesores de Van Gogh-, con una pintura que se vuelve espesa al
tiempo que ve desvanecerse el referente. En España un camino parejo lo recorrieron Haes,
Martí Alsina y Rico. Pero el naturalismo no sólo afectó al género del paisaje;
también está presente en las escenas de género de artistas como Madrazo y Lobre, cuyo
refinamiento en el color e interés por los reflejos sustituye a cualquier afán
moralizador.