La luz del sur, reflejada en el mar, ilumina habitaciones vacías u ocupadas por lejanas figuras femeninas en reposo. Como en los cuadros de Vermeer, el motivo dominante es, en último término, la ventana, una figura que desde el Renacimiento ha sido para los pintores un paradigma de la pintura. Junto a la ventana, algunas alusiones ocasionales a la música subrayan la reflexión del artista sobre la naturaleza de su trabajo.