Volver a la home

Cuando Matisse vuelva de nuevo a la “pintura de intimidad” en 1934, se esforzará por mantenerse en la perfección abstracta de La Danza, aun a costa de renunciar definitivamente al volumen y a la profundidad. Esa deriva de su pintura coincide en el tiempo histórico con el ascenso de las tensiones políticas y las amenazas de guerra. Las figuras de los cuadros de Matisse se nos presentan cada vez más absortas en sí mismas, más nocturnas e inalcanzables. El color se hace más incorpóreo y la forma se reduce a trazo, signo que fluye: “una sonora, vana y monótona línea” (une sonore, vaine et monotone ligne), por decirlo con un verso de La siesta de un fauno que Matisse había ilustrado en su edición de 1932 de las Poésies de Mallarmé. En 1935 volvió sobre esa ilustración para llevarla a una tela de gran formato en la que continuó trabajando durante los años de la guerra para dejarla finalmente inacabada. Serán así las series de dibujos que el pintor agrupó bajo el título musical de Thèmes et Variations (1942) las que pongan punto final a este periodo de su trayectoria.

El vestido azul reflejado en el espejo
Henri Matisse
El vestido azul reflejado en el espejo, 1937
(La Robe bleue refletée dans la glace)
Óleo sobre lienzo. 64 x 49 cm
The National Museum of Modern Art, Kyoto
Henri Matisse
Naturaleza muerta con mujer dormida, 1940
(Nature morte à la dormeuse)
Óleo sobre lienzo. 82,5 x 100,7 cm
National Gallery of Art, Washington, D. C.
Colección Mr. y Mrs. Paul Mellon
© Succession H. Matisse / VEGAP 2009



Naturaleza muerta con mujer dormida