La exploración del espacio exterior permite a Matisse cuestionar la herencia del impresionismo. Frente al ojo pasivo del pintor impresionista, que trata de sumergirse en la naturaleza y fundirse con ella, Matisse, encuadra frecuentemente su motivo desde un balcón o una ventana y subraya la distancia del horizonte, la artificiosidad de la ficción pictórica.