Volver a la home
A partir de 1920, fecha de su primer viaje a París, Miró solía alternar las temporadas de invierno y primavera, que pasaba en la capital francesa, con largas estancias en la masía familiar, retiros solitarios dedicados exclusivamente a la pintura, que solían extenderse a lo largo del verano y el otoño. El contacto con los círculos de vanguardia de París, especialmente con los poetas dadaístas y surrealistas, y el descubrimiento de la obra de Paul Klee fueron factores determinantes de un giro radical que su trayectoria creativa sufre en torno a 1923-1924. A partir de ese momento el lenguaje pictórico de Miró se aleja de la concreción física de los paisajes que había pintado en la etapa anterior buscando una cierta inmaterialidad o “transparencia”. Sin embargo no rompe con su enraizamiento terrestre. Se aleja de la pintura figurativa sin dejar de referirse a Mont-roig. Sus cuadros siguen siendo “paisajes animados”, espacios poblados por personajes y arquetipos telúricos, que, como el del campesino catalán, constituyen, cada vez más, ejes irrenunciables de su experiencia del mundo.
Paysan catalàn a la guitarre
Hombre con pipa
Pintura













Joan Miró
Campesino catalán con guitarra, 1924
(Paysan catalan à la guitare)
Óleo sobre lienzo. 147 x 114 cm
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
Joan Miró
Hombre con pipa, 1925
(Homme a la pipe)
Óleo sobre lienzo. 146 x 114 cm
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid
Joan Miró
Pintura, 1926
(Peinture)
Óleo sobre lienzo. 75,2 x 92 cm
Thyssen-Bornemisza Collections