Hopper

Formación e influencias

La influencia más significativa en la formación de Hopper fue el realismo que defendía su profesor Robert Henri. Se definía por su oposición tanto al academicismo, todavía muy presente a comienzos del siglo XX, como al llamado impresionismo americano, una tendencia que los realistas consideraban artificiosa y ajena a la cultura americana. La primera manifestación pública del grupo de pintores realistas fue una exposición colectiva organizada por Robert Henri en 1908 en las Macbeth Galleries de Nueva York y sus representantes más destacados, aparte del mismo Henri, eran John Sloan y George Bellows. Aunque Hopper quedó al margen del grupo, estaba próximo a él y compartía en buena medida su ideario artístico y sus referencias históricas, especialmente la admiración por Velázquez, el realismo holandés del siglo XVII, Courbet y Manet. Sus estancias en París (con breves viajes a Holanda y a España) le confirmaron en el realismo, pero le permitieron también estudiar la pintura impresionista, que influyó decisivamente en su manera de entender el color. Otros pintores europeos que suscitaron su interés y le ayudaron a configurar su lenguaje pictórico fueron Albert Marquet, Félix Vallotton y el británico Walter Sickert. Sickert era un seguidor de Degas y la de este último artista fue seguramente la influencia más profunda y duradera que recibió Hopper. No sólo adoptó, reinterpretándolos, muchos recursos pictóricos del maestro francés, sino que hizo suya su aproximación elusiva e intimista de la vida moderna, así como su concepción de la posición singular y a la vez marginal que el artista ocupa en ella.

Soir bleu.

Edward Hopper (Nyack, 1882 - Nueva York, 1967). Soir bleu.

Año
1914.
Técnica
Óleo sobre lienzo. 91,4 x 182,9 cm.
Propiedad
Whitney Museum of American Art, Nueva York.
Legado Josephine N. Hopper; inv.: 70.1208

Pintada en Nueva York en 1914, Soir bleu es la obra maestra que resume y concluye los años de aprendizaje de Hopper. Titulado por el propio artista en francés citando un verso de Rimbaud, el cuadro representa una escena crepuscular en la terraza de un café de París que debe leerse como una alegoría de la vida moderna. La figura de Pierrot, un autorretrato del pintor que ocupa una posición central en la composición, volverá a aparecer sólo una vez más en su obra. Será en Dos cómicos (1966) el último cuadro pintado por Hopper.

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